Sumando regiones

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Podemos observar y analizar la economía mundial desde múltiples enfoques, caras de un prisma que nos ofrecen distintas visiones y maneras de entenderla. Una de ellas puede ser la territorial, es decir, aquella que tiene que ver con el espacio. Dentro de esta visión, se pueden observar las distintas divisiones y subdivisiones territoriales que en el sistema económico mundial podrían hacerse.

Así, aunque contemplemos el sistema económico desde una perspectiva mundial, no significa que no puedan definirse dentro de él otros sistemas económicos. Éstos podrían ser los sistemas nacionales, o los bloques regionales (o subsistemas económicos regionales). Algunos autores sostienen que estos bloques nacieron como respuesta de los gobiernos de los sistemas nacionales para aumentar de manera colectiva su autonomía y así hacer un frente mayor ante los mecanismos del sistema económico mundial.

Un hecho característico entre estas macro-regiones es su proximidad geográfica, que facilita los intercambios, ya sean de mercancías, de capital o de mano de obra. Estos flujos se ven favorecidos en el momento en que se crean procesos políticos que buscan una integración entre los países que lo conforman. ¿Cuáles serían estos bloques regionales en el panorama mundial actual? Por un lado, y el más fácil de distinguir sería el bloque americano. Por otro, encontraríamos el bloque euromediterráneo-africano.

Por último, el subsistema pacífico-asiático. En todos esos bloques existió un proceso de integración regional. Este proceso, político, se define como aquél que pretende regular las relaciones económicas entre distintos países a partir de nuevas instituciones o organismos regionales. Se va andando por etapas, avanzando desde varios sistemas económicos nacionales hacia la integración de éstos en un único sistema económico o bloque regional.

La integración regional lleva consigo evidentes ventajas generales para los países que se agrupan en ella. Estas ventajas podrían ser la ampliación de los mercados o la mejor fortaleza a la hora de hacer frente a alteraciones externas. Por otra parte, también se
consigue mayor estabilidad política dentro del mismo bloque. Sin amargo, también aporta desventajas que no deben dejar de ser contempladas, como podría ser la pérdida de soberanía. Por otra parte, también es remarcable las distintas capacidades de negociación que tienen los distintos países, hecho que podría llevar a un reparte desigual de los beneficios de esa integración regional.